Aralar, que marcó el camino al resto de la izquierda abertzale, se disolverá tras su congreso de diciembre si prospera la propuesta de la dirección.
Patxi Zabaleta es
un hombre curtido en mil batallas. Y una de las más definitorias fue la que
desembocó en el alumbramiento de Aralar en 2001. Lo que parecía una simple
muesca para una izquierda abertzale tradicionalmente sólida terminó
convirtiéndose en avanzadilla de lo que, tarde o temprano, debería asumir el
conjunto de la misma. A saber: la preponderancia de la acción política y el
consiguiente rechazo al mantenimiento de la actividad violenta de ETA.
Cuando dio el
paso, nadie en ese mundo podía tildar al dirigente navarro de advenedizo u
oportunista, ya que su compromiso con Herri Batasuna databa del momento mismo
en que se constituyó la Mesa de Alsasua en 1978, siendo desde entonces referente
indiscutible y figura respetada, siempre leal al sentir mayoritario de la
organización a pesar de mantener un perfil político propio puesto de manifiesto
en numerosas ocasiones. Como cuando se mostraba crítico ante los constantes
atentados de ETA.
El anuncio por
parte de la banda de la tregua indefinida que entró en vigor el 18 de
septiembre de 1998 llegó pocos días después de la firma del Acuerdo de Lizarra
y propició la suma de fuerzas soberanistas de izquierda en la coalición Euskal
Herritarrok, suavizando además las aristas internas provocadas por la
persistencia del terrorismo. En un contexto de ausencia de violencia, Herri
Batasuna, marca histórica de la izquierda abertzale, se rodeó de pequeñas
formaciones que tradicionalmente se habían mostrado críticas con ETA. Y la
apuesta le resultó rentable electoralmente. En las autonómicas de ese año se
hizo con más del 25% de los votos en Gipuzkoa y 14 parlamentarios en el
conjunto de Euskadi. Pero ese escenario saltó por los aires con la ruptura de
la tregua el 3 de diciembre del año siguiente y el posterior asesinato, el 21
de enero de 2000, del militar Pedro Antonio Blanco al estallar un coche bomba
en Madrid.
Proceso Batasuna
Euskal
Herritarrok se mantuvo formalmente durante un tiempo, aunque ya sin el concurso
de Batzarre y Zutik. Pero, con el nuevo reguero de asesinatos provocados por
ETA, el del ex vicelehendakari y dirigente socialista vasco Fernando Buesa y su
escolta Jorge Díez entre ellos, también en el seno de la aparentemente
monolítica Herri Batasuna comenzaron a bajar las aguas cada vez más revueltas. Así
quedó reflejado en el proceso Batasuna, llamado a refundar la izquierda
abertzale. Fue el momento elegido por una treintena de militantes encabezados
por Patxi Zabaleta para impulsar la constitución de una corriente interna
agrupada en torno a una ponencia que se formalizaría poco después.
En mayo de 2000,
sus impulsores se presentaron públicamente a través de un artículo titulado
‘Aportación a la izquierda abertzale’, que adelantaba los ejes básicos de lo que
pretendían defender en el seno de la futura Batasuna, sustanciados en la
necesidad de “organizarse, estructurar sus fuerzas y actuar exclusivamente en
torno a la acción política”, rechazando tanto la violencia de ETA como la kale
borroka. No obstante, lo que pretendía encarnar la sensibilidad civil y
política de la izquierda abertzale no caló en las bases radicales y apenas un
exiguo 9% de la militancia apoyó sus enmiendas a la ponencia oficial
‘Bateginez’ en la que se plasmaba el corpus ideológico de la nueva formación.
Con la
expectativa de que la realidad social no coincidiera con la orgánica, Aralar
decidió dar un paso al frente en septiembre de 2001 y convertirse en partido
político. Así, tras la reunión que sus dirigentes celebraron en la emblemática
localidad navarra de Alsasua, cuna de la izquierda abertzale, dieron a conocer
su intención de convocar un congreso constituyente. A Zabaleta lo acompañaban
en el nuevo proyecto históricos como Iñaki Aldekoa o Julen Madariaga. Poco
antes, en mayo, se habían celebrado unas decisivas elecciones autónomicas, las
de los casi 600.000 votos cosechados por la coalición PNV-EA con Ibarretxe a la
cabeza, en las que Euskal Herritarrok había perdido 80.000 votos y la mitad de
sus representantes parlamentarios. En el seno de la izquierda abertzale muchos
dedos acusadores se dirigieron hacia Aralar, que vio en aquellos resultados un
claro divorcio entre la ortodoxia de Batasuna y el sentir de una parte de sus
bases tradicionales.
El cónclave que
estructuró a la nueva organización tuvo lugar en Vitoria los días 22 y 23 de
junio de 2002, bajo el lema Ehkotopia. La ponencia política aprobada establecía
los principios de Aralar fundamentados en su carácter independentista y
socialista, rechazando a su vez cualquier condicionamiento impuesto por grupo
armado alguno. Patxi Zabaleta fue elegido coordinador general y en la
intervención con la que cerró el congreso advirtió a ETA de que su tiempo se
había agotado, haciendo asimismo un llamamiento a recuperar el “orgullo de la
política”. Este tipo de posicionamientos acarrearon consecuencias. Ya para
entonces se hacía sentir la presión y el acoso de parte de sus antiguos
correligionarios, que trataron de coartar su iniciativa política. Pintadas y
carteles acusándoles de traidores, e incluso ataques a furgonetas y propaganda
electoral, serían casi una constante en los meses siguientes.
Comparecencia electoral
Aralar concurrió
por primera vez a unas elecciones el 25 de mayo de 2003, con ocasión de las
forales y municipales, además de autonómicas en Navarra. La aplicación de la
Ley de Partidos y la consiguiente ilegalización de las marcas de la izquierda
abertzale oficial enrarecieron al máximo el ambiente. En ese escenario, la
nueva formación logró 36.000 votos en Euskadi y 24.000 en Navarra,
convirtiéndose en la cuarta fuerza política de la comunidad foral. Dos años más
tarde, en las autónomicas vascas se hizo con una única representante, Aintzane
Ezenarro —actual directora del Instituto Gogora—, que sumaría tres actas más en
los comicios de 2009.
El histórico
anuncio del cese definitivo de su actividad terrorista por parte de ETA el 20
de octubre de 2011 condicionaría, lógicamente, el futuro de Aralar. Un mes
antes había celebrado su quinto congreso en Derio, donde se aprobó concurrir a
las elecciones generales del 20 de noviembre junto a la recién constituida
Bildu, bajo la denominación de Amaiur. La aproximación a la izquierda abertzale
generó un intenso debate entre los delegados del partido, y la ponencia
política únicamente contó con el aval del 71%.
Las disensiones
en su seno se fueron acrecentando de forma paulatina a partir de entonces,
llegando a fracturar el grupo parlamentario en la Cámara vasca.
En mayo de 2012,
la portavoz Aintzane Ezenarro y sus compañeros Mikel Basabe y Oxel Erostarbe
fueron expulsados del partido y entregaron sus actas por votar a favor de la
ponencia de paz y convivencia en contra del criterio de la dirección, que
consideraba que dicho grupo de trabajo no ofrecía garantías para la presencia
permanente de la antigua Batasuna, excluida de las elecciones de 2009 como
consecuencia de su ilegalización.
Aralar se integró de forma permanente en Euskal Herria Bildu a partir de ese mismo año, participando en el reciente proceso de reorganización interna de la coalición que ha culminado en junio con la elección de Arnaldo Otegi como coordinador general. Con la nueva estructura de partido político de la que se ha dotado lo que era la suma de Sortu, EA, Aralar y Alternatiba, las siglas de esas cuatro formaciones quedan cada vez más difuminadas. Consciente de ello, Patxi Zabaleta ha dado otro paso al frente anunciando que, por unanimidad, la dirección de Aralar apuesta por la disolución del partido y el trasvase de militantes a EH Bildu en la ponencia política del congreso que celebrará en diciembre. Así, de aprobarse, se dará por concluida la historia de un partido que, a pesar de ser siempre minoritario, supo ver antes que nadie en la izquierda abertzale el agotamiento de la vía armada de ETA y condicionó positivamente a quienes tardaron años aún en sumarse al principio básico que establece la primacía de la acción política y democrática sobre cualquier otra.
Aralar se integró de forma permanente en Euskal Herria Bildu a partir de ese mismo año, participando en el reciente proceso de reorganización interna de la coalición que ha culminado en junio con la elección de Arnaldo Otegi como coordinador general. Con la nueva estructura de partido político de la que se ha dotado lo que era la suma de Sortu, EA, Aralar y Alternatiba, las siglas de esas cuatro formaciones quedan cada vez más difuminadas. Consciente de ello, Patxi Zabaleta ha dado otro paso al frente anunciando que, por unanimidad, la dirección de Aralar apuesta por la disolución del partido y el trasvase de militantes a EH Bildu en la ponencia política del congreso que celebrará en diciembre. Así, de aprobarse, se dará por concluida la historia de un partido que, a pesar de ser siempre minoritario, supo ver antes que nadie en la izquierda abertzale el agotamiento de la vía armada de ETA y condicionó positivamente a quienes tardaron años aún en sumarse al principio básico que establece la primacía de la acción política y democrática sobre cualquier otra.
Artículo publicado en El Correo el 24 de septiembre de 2017
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